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Trump visita la frontera para presionar de nuevo sobre el muro

El presidente llega a una base de la policía de fronteras en Yuma, en el desierto de Arizona, donde existe una valla

Pablo Ximénez de Sandoval

Donald Trump se hará este martes su foto en la frontera como presidente de Estados Unidos. Al menos, cerca de la frontera. El primer viaje del presidente al Oeste del país tiene como primera parada un cuartel de la policía de fronteras en Yuma, Arizona, a pocos kilómetros de la línea con México. Es una nueva oportunidad para presionar sobre la efectividad del muro que está intentando que le financie el Congreso. Después, el presidente tiene previsto darse un baño de masas en Phoenix, una ciudad que lo recibe en tensión.

Donald Trump sube al Air Force One para volar a Arizona, el martes.
Donald Trump sube al Air Force One para volar a Arizona, el martes.AFP

Trump aterrizó en Yuma poco antes de las dos de la tarde locales. Durante la visita a un puesto fronterizo, tenía previsto ver cómo funciona un drone Predator de vigilancia y hablará con miembros de la policía de fronteras y el Ejército. Yuma, en el desierto que separa Arizona de California, tiene varios alicientes para esta visita. Primero, es el único condado habitado de la frontera que votó por Trump, aunque con un margen muy estrecho. Segundo, ha sido citado como un ejemplo de que el muro fronterizo funciona.

Un desierto inhóspito separa el primer punto civilizado de Arizona, la autopista 8, de las afueras de San Luís del Río Colorado, en Sonora, de donde salen los coyotes con los migrantes que intentan cruzar por allí. En medio, hay tres vallas y unos 30 kilómetros de camino. Es el lugar más peligroso para cruzar los más de 3.000 kilómetros de frontera. La valla metálica de Yuma, visible desde la autopista y es una de las imágenes más poderosas de la división entre los dos países. La agenda de la visita no deja claro si Trump aprovechará para hacerse esa foto.

La Casa Blanca descarta un perdón a Joe Arpaio hoy

Sobre toda la jornada de Donald Trump en Arizona planea el fantasma del exsheriff Joe Arpaio. Condenado por desacato por negarse a cumplir una sentencia de un juez federal, el sheriff de las tácticas racistas contra los inmigrantes en Arizona se muestra dispuesto a aceptar un perdón del presidente, y el presidente ha dicho que se lo está pensando. Sin embargo, al tiempo que el avión del presidente aterrizaba en Yuma, la portavoz de la Casa Blanca dijo a los periodistas que no hay ningún plan de anunciar nada al respecto en el mitin de hoy en Phoenix.

Trump y Arpaio son viejos aliados. El sheriff del condado de Maricopa (Phoenix), de 85 años, perdió las elecciones después de 23 años en el cargo el pasado noviembre. Arpaio fue durante la última época, por voluntad propia, la cara del racismo contra los inmigrantes en Estados Unidos. Fue condenado por prácticas inconstitucionales en su persecución de los indocumentados. AL no cumplir la sentencia, fue condenado de nuevo por desacato el pasado mes de julio. En octubre se conocerá la sentencia, que podría ascender hasta a seis meses de cárcel.

El sector de Yuma se tiene por los responsables de la vigilancia de fronteras como un ejemplo de la efectividad del muro fronterizo. En un artículo publicado este martes en USA Today, la secretaria interina de Seguridad, Elaine Duke, asegura que Yuma estaba “acosada por el caos por un flujo sin fin de inmigrantes y drogas por la frontera”. Gracias a la construcción de un muro a partir de 2006 y la ampliación del número de agentes, argumenta Duke, las detenciones están hoy en una décima parte de las 800 anuales que tenían los agentes de este sector en 2005. Duke afirma que “las lecciones de Yuma son claras y obvias y se deben aplicar al resto de nuestra frontera”. Los expertos afirman que las vallas ya existen allí donde son necesarias.

Trump intenta que el Congreso le financie un muro fronterizo cuyo coste se estima en 22.000 millones de dólares y cuya construcción debería haber empezado ya según sus planes. Por el momento, ha conseguido que la Cámara de Representantes apruebe 1.600 millones para iniciarlo. La visita de este martes se entiende como una oportunidad para presentar su argumento sobre el terreno.

Pero el plato fuerte de la visita del presidente a Arizona será por la noche en el Centro de Convenciones de Phoenix, la capital del Estado, donde tiene previsto un acto puramente de campaña. Fue en este mismo lugar cuando el 1 de septiembre del año pasado, Trump dio el mitin más duro sobre inmigración de toda su campaña presidencial, apenas unas horas después de haber sido recibido por Enrique Peña Nieto en el palacio presidencial de Ciudad de México. Aquí fue donde dijo que México pagaría por el muro “aunque todavía no lo saben”.

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Trump llega a una ciudad en tensión por tener que acoger su primer evento con público después de haberse echado encima a parte del país por sus comentarios sobre la violencia en Charlottesville hace 10 días, cuando mostró una inaudita equidistancia entre una manifestación de neonazis (uno de ellos mató a una persona) y los contramanifestantes. El alcalde de Phoenix, el demócrata Greg Stanton, pidió públicamente al presidente que retrasara la visita hasta que las cosas estén más calmadas. Hay al menos media docena de manifestaciones planeadas contra Trump en Phoenix este martes.

El presidente llega también al Estado donde están siendo más evidentes sus tensiones con el partido republicano. De los dos senadores republicanos de Arizona, uno, John McCain, fue el que hundió con su voto la propuesta para eliminar el sistema sanitario de Barack Obama. El otro, Jeff Flake, acaba de publicar un libro donde critica duramente a Trump y dice que su partido ha hecho un pacto con el diablo que no merece la pena. El gobernador, el republicano Doug Ducey, no acudirá al mitin, con la excusa de que tiene que coordinar la seguridad en Phoenix.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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