POLÍTICA

El retorno de la estirpe de Aznar

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Pablo Casado recibe el aplauso de los asistentes a la convención del...
Pablo Casado recibe el aplauso de los asistentes a la convención del PP, celebrada en Madrid. JAVI MARTÍNEZ

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Pues sí. José María Aznar lideró la primera refundación del PP hace tres décadas y quiere liderar moralmente esta segunda refundación. Esta vez, encarnado en un presidente joven y adaptado a los tiempos. Aznar siempre tuvo la voluntad de alumbrar una estirpe en su partido y lo ha conseguido. El líder que unificó el centroderecha español ha encontrado en Pablo Casado al sucesor. Y el nuevo presidente del PP, elegido en un proceso de primarias, ha asumido, de buen grado y sin complejos, su descendencia del linaje de Aznar. Este fin de semana ha organizado una Convención -entre otras cosas- para presentar sus credenciales y mostrarse orgulloso heredero del ex presidente.

Aznar es un hombre muy distinto de aquel que hace 29 años tomó el relevo de Fraga. Las fotos no engañan. No es que haya envejecido. Ni que haya rejuvenecido gracias al ejercicio físico. Es que el Aznar de entonces con bigote negro, la frente y las mejillas rellenas de carne es otra persona física. Su encarnadura es distinta. Sus rasgos han variado. Se ha esculpido a sí mismo tal y como quería ser, por encima de los caprichos de la naturaleza.

El ex presidente ha esculpido también su propia épica. Como orador, sigue siendo temible, mantiene al público pegado a sus asientos porque comunica -en tiempo de política en las redes- a través de la conmoción en párrafos escritos, densos, que golpean como puños cerrados. Sus discursos son de los que ya no se llevan. Se compartan o no sus tesis, Aznar se desplaza por la vida y por los escenarios con una narrativa densa, cuajada y feroz; y con una puesta en escena colosal. Ahí reside su capacidad para mantenerse en la escena política y poder reencarnarse 30 años después de fundar su alcurnia en el PP. El mito de Aznar, inteligentemente elaborado por Faes y tan querido a la izquierda española para hacer sonar sus tambores de combate, ha regresado con nuevos bríos.

El ex presidente pronunció en la Convención uno de esos discursos que apabullan y que fue seguido por el auditorio con un condensado y expectante silencio.

Ahora las tesis de los perdedores del Congreso de Valencia mandan en el PP

Después de años como un líder errante y combatiente contra el marianismo, y de su renuncia a la Presidencia de Honor del PP en 2016, Aznar se ha reconciliado con su partido tras la elección de Casado. Un joven que ha puesto sonrisa y modernidad al aznarismo. La interpretación de la historia del PP encerrada en el discurso de Aznar no dejó lugar a dudas ante la Convención. Fraga le dio el relevo en el Congreso de Sevilla y él ha pasado el testigo a Pablo Casado en Madrid. Para disipar cualquier duda, utilizó las mismas palabras de aquel momento fundacional: «Aquí no hay tutelas ni hay tutías». «Pablo Casado es un líder como un castillo». A diferencia de hace 29 años en Sevilla, Aznar no rompió ninguna carta escrita por Casado poniendo su cargo a disposición del padre, como la que él le escribió a Fraga, y que el fundador rompió mientras decía: «Ni tutelas, ni tutías».

En este relato cerrado de Aznar, la etapa de Mariano Rajoy como presidente del PP es un agujero negro. Ni le citó por su nombre, a pesar de que el recuerdo del otro ex presidente -que había intervenido el viernes- aún planeaba el escenario. La etapa de Rajoy al frente del PP es un mal sueño para la estirpe de Aznar, aunque fue él mismo quien le eligió sucesor a dedo en 2003 sin convención, ni congreso, ni democracia interna de ningún tipo. Diez años después del Congreso de Valencia, inicio del divorcio de Aznar con el PP, las tesis ideológicas y estratégicas de los perdedores son las que ahora mandan en el partido.

Estos 10 años han sido tensos. El ex presidente Aznar se ha sentido humillado por el ex presidente Rajoy y los dirigentes del partido. Rajoy se ha sentido golpeado por la deslealtad de Aznar. Hasta en esta Convención, Rajoy quiso distinguirse de su antecesor. Rechazó atriles, discursos, relatos épicos y lecciones magistrales para señalar el camino a su sucesor. Intervino desde un sofá en conversación con Ana Pastor. Fuentes de la dirección del PP aseguran que se le ofreció a Mariano Rajoy plena libertad para elegir el formato de su intervención.

El sueño de Aznar consiste en que el descarriado Abascal regrese a casa

El rostro de Aznar -tenso y doliente durante la etapa de Rajoy- se ha relajado algo. Transmite menos amargura. Como si hubiera recuperado en parte la paz que perdió, al volver a sentirse representado por la dirección de su PP. En sus años de exilio, coqueteó con Albert Rivera, que no procede de su estirpe ni mucho menos. Ahora ha abandonado esas veleidades. Casado es su hombre. Lo quiso dejar claro para «no dejar nada a la interpretación».

Y eso que la nueva amenaza electoral del PP procede también de la estirpe de Aznar y de la construcción de España de Jaime Mayor Oreja. El sueño de Aznar consiste en que el hermano descarriado, Santiago Abascal, regrese a la casa del padre. La casa común de la derecha, según dijo en el discurso, utilizando una expresión que hizo fortuna en los años 90: la casa común de la izquierda. Pero, ay, Abascal ha hecho fortuna fuera y ahora ha fundado una nueva casa que a muchos da miedo, pero que se está revelando como una auténtica atracción fatal para los votantes del PP. Vox, el hijo pródigo, ha estado muy presente en la Convención del PP. El debate interno que atraviesa con dolor el interior del partido es cómo tratar a Vox. Lo que llaman refundación del PP no es otra cosa que evitar que sus votantes se vayan con los escindidos de la casa común. El sueño de Aznar y Casado consiste en que la carambola andaluza se pueda repetir en España y la estirpe regrese a La Moncloa con el concurso de Ciudadanos y Vox. El objetivo no se presenta fácil. Y, si no lo consiguen, tampoco podrán echarle las culpas a Mariano Rajoy. Ya no.

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