España

Un Gobierno en descomposición

COLUMNA DESVIADA

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un acto en Palma Enrique CalvoREUTERS

Hace unos días tardé varios minutos en recordar el nombre del ministro de Economía. Román Escolano. No me había pasado nunca. Su departamento de prensa difundió el viernes una entrevista con la cadena CNBC realizada en Washington. Habla un inglés muy fluido. Escolano apenas ha tenido agenda en España. Viene de un puesto muy cómodo en el Banco Europeo de Inversiones y es de imaginar que, viendo la situación en Moncloa, haya decidido centrarse en defender la economía nacional en los foros internacionales.

Hay un síntoma muy evidente que alerta de cuándo un Gobierno ha superado la fase de crisis para entrar en la de descomposición. Esa baliza le ha saltado esta semana al Gabinete que dirige Mariano Rajoy. Hasta ahora la incapacidad de su gestión ante la asonada independentista suponía un peligro para su futuro político y para el de su partido. De la salvaguarda de la integridad territorial e institucional se ocupaba otro poder. En este caso, el judicial. Sin embargo, el episodio desencadenado por el ministro Cristóbal Montoro evidencia que el Gobierno se ha convertido en un peligro para el propio Estado.

Por decir algo bueno de la polémica, al menos se ha confirmado la sospecha de que el Gobierno no ha tenido ni tiene la más mínima comprensión del mayúsculo desafío al que se enfrenta. El suceso explica que no ha sido por casualidad, ni por mala suerte, ni por ser víctima de un poder maligno insuperable, el hecho de que haya perdido casi todos los envites que le ha planteado Puigdemont.

Es políticamente entendible que el protagonismo del juez Llarena para suplir la incomparecencia del Ejecutivo en la protección del interés común pueda generar celos en el Consejo de Ministros. Sin embargo, era impensable que uno de sus miembros decidiera sumarse tan gozosamente a la campaña de desprestigio contra un magistrado al que le pintarrajean su casa como si fuese un apestoso, le obligan a proteger a su familia, le insultan a la cara los dirigentes insurrectos a los que toma declaración, le cuestionan desde un tribunal de tercera regional en Alemania y le montan una manifestación sindical para acusarle por todo el mundo de antidemócrata e inhumano. Eso sólo le puede pasar a un Gobierno en desbandada.

El Tribunal Supremo no entiende la actuación de Montoro porque no busca en el sitio adecuado. El Ejecutivo ha ligado su supervivencia a la gestión de un acontecimiento que le ha desarbolado. Por eso el titular de Hacienda torpedea la investigación por malversación sin importarle el efecto que pueda tener en la crucial decisión del alocado tribunal alemán. Sólo le importa proteger su palmarés y el de su jefe. Si viene Puigdemont se habrá salvado la honra. Y si no, ya se manejará.

Lo más interesante de la entrevista de Escolano en la CNBC sucede al final, cuando la periodista le pregunta por los malos resultados que las encuestas dan al partido del Gobierno. "Las únicas encuestas que importan son las elecciones reales y las elecciones todavía están muy lejos", le contesta el sustituto de Luis de Guindos. El previsible acuerdo con el PNV permitirá a Rajoy seguir dos años más. Es la única noticia que le ha importado esta semana tan trágica, en la que, por cierto, se ha dedicado a inaugurar tramos de carretera. A ver si el PIB lo arregla todo.