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POLÍTICA

El PP intenta limitar la responsabilidad política de la 'Operación Lezo' a la dimisión de Esperanza Aguirre

Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, juntos en un acto electoral del PP...
Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, juntos en un acto electoral del PP en la campaña de las municipales de 2015. BERNARDO DÍAZ

Sucedió lo inevitable para la dirección del PP. La dimisión de Esperanza Aguirre provocó ayer un alivio inmediato en Génova, que veía imposible su continuidad tras la entrada en prisión de Ignacio González. Se va, pero con su marcha, el PP nacional pierde también un importante escudo de defensa. Ella no vigiló la corrupción en el PP de Madrid. Y el mismo pecado podría ser aplicado a Génova. Ni en Madrid ni en Valencia.

Pese a ello la dirección nacional no asume ningún cargo de conciencia. Al vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, le tocó responder ayer sobre lo que el partido supo a lo largo de estos años de las actuaciones de González. Y su versión es que el PP no tuvo «conocimiento alguno», a pesar de que distintas informaciones publicadas por este diario apuntan a lo contrario. El dossier que el ex tesorero Álvaro Lapuerta confeccionó sobre sus andanzas cuando era sólo vicepresidente; las reuniones en las que cargos del PP denunciaron la supuesta cuenta en Suiza e incluso a un encuentro, desvelado por la propia Aguirre, en el que sus otrora hombres de confianza, ahora en la cárcel, González y Francisco Granados, negaron ante Mariano Rajoy los tejemanejes de los que todo el mundo hablaba en el partido.

Según Casado, que en aquel momento carecía de cargos en la dirección del PP y, por tanto, poco podía saber, si hubieran tenido «alguna certeza judicial o penal» habrían «actuado igual» que ha hecho Cristina Cifuentes. El dirigente defendió que en ese momento no existían esas certidumbres, aunque reconoció que las informaciones de este periódico sobre la dudosa procedencia de su ático en Estepona contribuyeron a que no fuera el candidato en las elecciones autonómicas de 2015. En un Estado de Derecho, intentó explicar Casado, a la hora de asumir decisiones que van más allá de lo natural es importante que haya una autoridad que dictamine que se ha hecho mal. Para eso, dijo, «está la Justicia», aunque, admitió, «unas veces se nos pueda acusar de dureza y otras de tibieza».

El mensaje que el PP trató de mandar a través de Casado es que González no ha engañado sólo a los madrileños sino también al partido. La misma tesis ensayada antes con Luis Bárcenas. «En política, la corrupción no es cosa de siglas sino de personas». El PP no va a «empañar su impecable trayectoria» por la «mala actuación de unos pocos».

Pero, pese a estas proclamas, el nerviosismo se ha apoderado de la organización aunque a todos los niveles se está practicando la contención. No hay ninguna seguridad de dónde ni cuándo acaba esta enésima crisis. Rajoy se ha refugiado en la política exterior mientras está pendiente el acuerdo de investidura en Murcia y Ciudadanos refuerza su discurso sobre regeneración.

Rajoy asiste sin realizar ni una sola consideración a la retirada definitiva de Aguirre, después de haber permitido su regreso en 2015 como candidata a la Alcaldía. Fuentes del PP aseguran que se arrepintió de su decisión. No ahora sino al constatar que su elección fue errónea. Aguirre no aportó ningún plus. Al contrario. Su estrategia de campaña puso en valor a Manuela Carmena. La dirigente ganó pero no pudo gobernar tras perder casi 200.000 votos.

El presidente, según fuentes populares, sabe que erró y ha lamentado haberla hecho candidata. Valoró opciones mucho más audaces pero al final no se atrevió.