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«Recosed la política catalana»

Hay una realidad que subyace a la estrategia de Junqueras desde prisión y a los planes A, B y C de Juntos por Cataluña:la auténtica batalla es la que libran ERC y Convergencia por ocupar el carril central del catalanismo político

Salvador Sostres

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1. El mensaje más nítido e inequívoco que Junqueras ha mandado a los suyos desde Estremera no tiene que ver con la venganza ni con el resentimiento: «Recosed la política catalana. Esquerra tiene que ser la articulación de Cataluña». Junqueras sabe que no va a salir de la cárcel antes del juicio y que se enfrenta a una pena de como mínimo 8 años. Sus cálculos son a largo plazo y su idea es superar la política de bloques enfrentados. En este sentido se entiende la cesión -junto con el PSC- de un diputado a la CUP y otro al PP, para que puedan participar con plenas garantías en la vida política catalana. No se trata de echar a nadie sino de vincular a todo el mundo y de crear un espacio común de entendimiento. Es el «espíritu de Sant Vicent dels Horts», el pueblo del que Junqueras fue alcalde: él era feliz constatando que en las asambleas de ERC se hablaba más español que catalán. No es que Junqueras renuncie a nada, sino que entiende que tal como el 1 de octubre fue la más notable victoria del independentismo, el 27 del mismo mes -cuando la independencia fue declarada- significó una incontestable derrota. «Aznar dijo -reflexiona Junqueras- «que antes de que España, se rompería Cataluña. Y hasta hoy ha tenido razón, y es precisamente este el estadio que tenemos que superar».

2. Las negociaciones entre Junts per Cataluya y Esquerra avanzan en la correcta dirección pero todavía los convergentes quieren anonadar a los republicanos, en parte porque se sienten más listos que ellos, también porque piensan que en el fondo son unos acomplejados que siempre acaban cediendo, pero sobre todo porque, como tantas veces desde ABC les hemos contado, la verdadera guerra que en Cataluña se está librando no es entre la Generalitat y el Gobierno, o el Estado, sino entre Convergència -con todos los nuevos nombres que ustedes quieran- y Esquerra por ocupar el carril central del catalanismo político.

3. El presidenciable que Junts per Catalunya va a proponer, para insistir en su estrategia de enfrentarse al Estado, aunque sólo sea en los aspectos más formales, será el preso Jordi Sànchez. No se sabe si el juez le autorizará a acudir a la sesión de investidura -a Junqueras tal permiso le fue denegado- ni si habrá alguna fórmula posible para investirle en el caso de que no pueda presentarse.

4. Si la provocación de Sánchez no funciona, Junts per Cataluña intentará la provocación de Jordi Turull, que con toda probabilidad será inhabilitado en abril o en mayo, cuando el juez Llarena dicte el auto de su procesamiento. Más comedia sobre la comedia, más ganas de escenificar un desafío de postín -sin consecuencias reales- al Estado.

5. La presidenciable real de Junts per Catalunya es Elsa Artadi: todavía los de Puigdemont no se lo han dicho tan claramente a Esquerra, pero ésta va ser su jugada. El telón de Aquiles de Artadi es que crea, en igual medida, entusiasmo y rechazo, de modo que no acaba de ser una candidata estable. Es algo así como lo que le sucedió a Pasqual Maragall, que pese a ser, y de muy largo, el mejor alcalde que jamás ha tenido la ciudad de Barcelona, nunca tuvo la mayoría absoluta y en 1987 estuvo a punto de perder el cargo.

6. Por su parte, Esquerra, más o menos aceptará estos tres nombres, tanto los dos falsos y teatrales como el realista de Elsa Artadi: pero siempre a cambio de obtener más tajada en el Govern, o lo que ellos llaman unas «condiciones justas de gobernabilidad». Si Junts per Catalunya insiste en su chulería arrolladora y en su ansiedad por copar todos los cargos donde se reparte dinero, para poder restablecer por distintos cauces y con distinta apariencia la trama financiera del Palau de la Música, Esquerra tiene pensado vetar a los candidatos convergentes y presentar a Junqueras como continuación de Puigdemont en la línea de legitimidad para restablecer la presidencia de la Generalitat.

7. El tan esperado calendario no está todavía concretado pero todo parece indicar que este jueves el Parlament atenderá las resoluciones de los distintos partidos y que la que se aprobará es la que le reconoce a Puigdemont todo lo simbólico pero le desnuda de cualquier poder y atribución. Durante la semana siguiente, en el mejor de los casos, podría tener lugar el primer pleno de investidura si nada se tuerce demasiado, lo que no es en absoluto descartable.

8. Por lo tanto, Junts per Catalunya entierra en vida a Puigdemont con la pomposa proposición con que el próximo jueves le reconocerá la legitimidad, el honor y la confianza pero le dejará sin ninguna capacidad operativa. Será el juguete roto de Waterloo que no quería ser, y eso si no tiene que exiliarse a Suiza. Podrá insultar al presidente Rajoy, podrá despreciar a la democracia española. Pero le vendieron los suyos, a cambio de poder, subvenciones y cargos tal como Marta Pascal le adelantó cuando él se creía que era más listo que los demás y que España tenía «un pollo de cojones».

Estribillo. Pues el pollo ha cambiado de bando. Y los cojones.

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