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Fernando Hierro: «Soy seleccionador por circunstancias, no por currículum»

El entrenador revela en una charla la extraña situación que se ha vivido, la reacción de los jugadores, sus inquietudes para el Mundial y la ilusión del equipo

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Fernando Hierro, el lunes en el centro de prensa de Krasnodar
Enrique Yunta

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Celino Gracia Redondo , célebre árbitro de los noventa y que pertenece a la empresa que monta el centro de prensa de la selección, acude por el lateral de la mesa y deja a Fernando Hierro un café, quien agradece el gesto con suma educación. Puede parecer un detalle absurdo, un apunte sin importancia, pero Gracia Redondo fue el colegiado de la segunda Liga que perdió el Madrid en Tenerife, muy marcado por su actuación, y que en la temporada siguiente, en la 1993-94, expulsó a Hierro en Anoeta por soltar un manotazo a Océano (ayudante ahora de Queiroz en Irán) y que supuso el estallido del madridista. «¡No sabes cómo jodernos! ¡No sabes ya cómo jodernos!», exclamó el hoy seleccionador nacional, por entonces un jugador volcánico y de nervio que contrasta con la serenidad del presente, finísimo de cuerpo y cercano en el cara a cara. Sin comerlo ni beberlo, se sienta ahora en el banquillo de España cuando hace una semana llevaba americana ya que era el director deportivo, pero los acontecimientos, con el fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid y su posterior despido por parte de la Federación, han sido del todo inesperados.

«Voy a ser claro y honesto» , introdujo Hierro ayer en Krasnodar durante un encuentro con los enviados especiales de la prensa escrita, entre ellos ABC. « Soy seleccionador por circunstancias, y es así. No soy seleccionador por mi currículum como entrenador . No es una falsa humildad, es la realidad». A todas estas palabras hay que añadirle gesticulación, mirada a los ojos del redactor en cada respuesta, una sonrisa de proximidad y la cabeza ladeada en una imagen con la que tanto se le asocia. Habla con entusiasmo, aunque regatea cuando el tema es escabroso, y admite que está preparado para pilotar en solitario pese a llevar tan pocas horas de vuelo. «Tengo que decir que el año en el Oviedo me enriqueció mucho. Aunque sea en Segunda, ha sido fundamental a la hora de aceptar este reto. Es precioso y apasionante, lo quiero vivir al día a día. Lo que vaya a pasar, no lo sé. Lo único que puedo controlar es disfrutar de esto».

Hierro sabe que esta España no es suya, o no al menos en su base y en su creación. De hecho, al seleccionador se le presupone eso, seleccionar, y el andaluz se ha encontrado con un equipo de 23 jugadores elegidos por otro, Julen Lopetegui. « Esta selección tiene derechos de autor y lleva el sello del entrenador que ha estado dos años trabajando . Es así. Cada uno tiene un toque especial, pero esta España es de un seleccionador y unos chavales que están trabajando por este sueño desde hace dos años», comparte sin molestarse. De ahí que se imponga a sí mismo un ejercicio de sensatez y no quiera revoluciones. «Nos equivocaríamos si quisiera llegar y darle mi toque especial. Cada entrenador es diferente, no hay dos iguales. No podemos cambiar la personalidad de los jugadores, sus características. Y no vamos a cambiar las estrategias de golpe, sería volvernos locos. Lo que quiero es ganar, dejarnos la vida y el alma.

Fiel a la marca España

Le da a cierta épica a su parlamento, pero también quiere reivindicar su papel y su liderazgo. «Yo como director deportivo nunca me he metido en una charla. Aquí se han quedado algunos del anterior equipo de trabajo y desde el primer día tienes que decidir quién juega. Sé que la gente me va a juzgar por lo que pase en los partidos, para eso soy el entrenador. Lo que pase hasta el final, es mi responsabilidad. Pero no me voy a meter en el pasado, si he dado el paso debo asumir esa responsabilidad de la que hablo. Queremos jugar lo mejor posible, un fútbol combinativo en función de la calidad de nuestros jugadores. .. Si vamos a pedir cosas que van en contra de eso, sería inmolarse. Con lo que nos ha costado tener nuestra personalidad... Hemos elegido un camino, como para salirse de él».

El preparador fue quien repitió hasta la saciedad el concepto de «familia» que tanto sonó por Sochi después del 3-3 contra Portugal, y se congratula de la reacción de los muchachos ante semejante tormenta. «La situación era compleja, pero reaccionamos rápido y automáticamente. El fútbol no te deja dormir, no te deja vivir del recuerdo. La adaptación ha sido muy natural, muy normal. Por eso destaco la madurez del grupo. La gente ha cambiado el chip y vamos a ser positivos. Todos mis respetos por Julen, que es íntimo amigo mío y nadie va a encontrar nada en mí por mucho que se busque. A partir de ahí, quiero hablar de fútbol».

Da la sensación, en según que tema, en el que el seleccionador habla con el freno del mano. O, directamente, no habla, o al menos no dice nada. «Esto ha sido una experiencia, una experiencia de verdad. Yo puedo mirar a todas las partes a los ojos y con franqueza. Di mi opinión y me quedo con la conciencia muy tranquila, actué como tenía que actuar pensando en la Federación, en la selección, en el Mundial.

Fue un futbolista estupendo, con una personalidad tremenda, capitán del Madrid y de España por galones y carisma. Por lo tanto, sabe cómo debe proceder. «Cuando entra un entrenador en un vestuario y se pone a hablar con los chavales, y estos se ríen y se lo pasan bien... En estos seis o siete partidos me tocará tomar decisiones y en ese impacto con los chavales ellos podrán decidir . Si tocamos la palmas, me pongo la camiseta del seleccionador y no tengo un impacto en ellos... La suerte es que es una competición muy corta, pero los jugadores a su entrenador lo tienen analizado a los cinco minutos».

En su puesta de largo, un empate y tres goles, festejados todos con una rabia inusual. «Eso significa lo que se ha vivido. Pero con Julen se hubiera hecho lo mismo».

Va de bólido estos días y le delatan las ojeras. «Dormir... Un poquillo, un poquillo... No encontraba horas para ver más vídeos. Cuando llegué vine con un traje y una corbata y ahora estoy con el chándal». Esa frase tan gráfica, perdida entre análisis de Irán, mimos a De Gea, valoraciones sobre las sorpresas que se están dando en los primeros partidos o comparaciones con Sergio Ramos, lo resume todo.

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